SANTIAGO DE CHILE, NOVIEMBRE DEL 25
Japón endurece su postura: Tokio liga por primera vez su propia supervivencia a un ataque chino contra Taiwán

La política exterior japonesa dio un giro histórico. En una declaración que muchos diplomáticos describen como “la más audaz desde la posguerra”, la primera ministra Sanae Takaichi afirmó que cualquier agresión china contra Taiwán constituiría una amenaza directa a la supervivencia de Japón, activando potencialmente la legislación que permite la autodefensa colectiva y abriendo la puerta a un despliegue de las Fuerzas de Autodefensa.
La frase utilizada —“situación que amenaza la supervivencia”— no fue casual. Invoca explícitamente el marco legal adoptado en 2015 que, por primera vez en décadas, autoriza a Japón a actuar militarmente más allá de sus fronteras cuando su seguridad se vea comprometida. Y en Tokio, cada vez es menos discutible que un ataque sobre Taiwán impactaría de lleno en territorio japonés.
Reacción inmediata de Pekín: acusaciones de “agresión” y una presión diplomática sin precedentes

La respuesta de China fue fulminante. El ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, acusó a Takaichi de “cruzar una línea roja” y de amenazar con intervenir en un asunto que Pekín considera estrictamente interno. En la ONU, el embajador Fu Cong aseguró que cualquier acción militar japonesa sería considerada “un acto de agresión” y advirtió que China ejercerá su derecho a la defensa “con determinación”.
Simultáneamente, Pekín impuso represalias: suspendió importaciones de mariscos japoneses, envió drones militares sobre la isla japonesa de Yonaguni —a solo 110 km de Taiwán— y desplegó una flotilla de guardacostas en torno a las disputadas islas Senkaku.
Washington entra en escena: llamadas cruzadas y ambigüedad calculada de Trump
La tensión escaló a tal punto que Xi Jinping telefoneó directamente al presidente estadounidense, Donald Trump, para pedirle que “proteja el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial”. Horas después, Takaichi tuvo su propia conversación con Trump.
La Casa Blanca, sin embargo, mantuvo la ambigüedad. Trump evitó mencionar Taiwán al comentar la llamada con Xi en Truth Social, un gesto que analistas interpretan como una señal de que Estados Unidos busca preservar margen de maniobra en una crisis donde sus dos socios más críticos —Japón y China— chocan frontalmente.
Por qué Japón actúa ahora: geografía, energía y una primera línea estratégica imposible de ignorar

El cálculo japonés es claro: Taiwán está demasiado cerca y es demasiado crucial.
- Yonaguni, la isla más occidental de Japón, está a solo 110 km de Taiwán.
- Las rutas marítimas que atraviesan el estrecho son vitales para la economía japonesa: el 95% del petróleo que consume Japón pasa por allí.
- Las islas Senkaku, reclamadas por China, están a 170 km de la costa taiwanesa.
- Un Taiwán controlado por China permitiría a la Armada china proyectarse directamente hacia el Pacífico abierto, rodeando a Japón por el sur.
En otras palabras, para Tokio la defensa de Taiwán dejó de ser un asunto “regional” para convertirse en la pieza central de su propia seguridad nacional.
La simulación que inquieta a todos: Japón, pieza clave en una guerra por Taiwán

Un informe de 2023 del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), basado en dos docenas de juegos de guerra, concluyó que:
- Un conflicto por Taiwán sería devastador para todas las partes.
- Estados Unidos perdería al menos dos portaaviones.
- El EPL chino quedaría severamente dañado, pero Japón también sufriría importantes bajas.
- Sin bases japonesas, Estados Unidos no podría defender Taiwán con eficacia.
El documento señala a Japón como el “eje central” de cualquier defensa exitosa. Bases como Yokosuka, Kadena y Misawa permiten a EE.UU. responder en horas, no en días, y son el sostén logístico de una campaña militar de alta intensidad.
China lo sabe. Y Japón también.
Modernización acelerada: Tokio arma sus islas del suroeste

La postura creciente de firmeza no es solo retórica. Japón avanza en un programa de modernización militar sin precedentes en la era contemporánea, incluyendo capacidad de ataque de largo alcance. En la isla de Yonaguni, Tokio ya prepara el despliegue de nuevos sistemas de misiles destinados a neutralizar amenazas aéreas y marítimas chinas.
La señal es inequívoca: Japón está priorizando su retaguardia inmediata ante la posibilidad de una crisis en el estrecho.
La política exterior japonesa dio un giro histórico. En una declaración que muchos diplomáticos describen como “la más audaz desde la posguerra”, la primera ministra Sanae Takaichi afirmó que cualquier agresión china contra Taiwán constituiría una amenaza directa a la supervivencia de Japón, activando potencialmente la legislación que permite la autodefensa colectiva y abriendo la puerta a un despliegue de las Fuerzas de Autodefensa.
La frase utilizada —“situación que amenaza la supervivencia”— no fue casual. Invoca explícitamente el marco legal adoptado en 2015 que, por primera vez en décadas, autoriza a Japón a actuar militarmente más allá de sus fronteras cuando su seguridad se vea comprometida. Y en Tokio, cada vez es menos discutible que un ataque sobre Taiwán impactaría de lleno en territorio japonés.

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