Ambigüedad calculada, amenazas sin confirmar y la maquinaria bélica en vilo

“Nadie sabe lo que voy a hacer”. Así respondió el expresidente Donald Trump cuando fue presionado esta semana sobre la posibilidad de un ataque militar estadounidense contra Irán. En plena escalada del conflicto entre Israel y la República Islámica, la ambigüedad estratégica ha vuelto a instalarse en el centro del poder norteamericano, alimentando rumores, alertas y movimientos militares de alto riesgo.
En las últimas horas, medios estadounidenses han informado que el Pentágono tiene “opciones sobre la mesa” listas para ser ejecutadas, mientras voceros de la Casa Blanca insisten en que “todas las decisiones serán tomadas con responsabilidad”. Sin embargo, lo cierto es que desde que Trump retomó un rol protagónico en la política exterior, el tono se ha endurecido, los portaaviones se han desplazado, y el Golfo Pérsico se ha transformado en una olla a presión.
El patrón Trump: promesas rotas, amenazas sin cumplir y desinformación
El historial del expresidente no juega a su favor. Durante su primera presidencia, Trump acumuló más de 30.000 afirmaciones falsas o engañosas, según el Washington Post Fact Checker. Entre ellas, destacan aquellas utilizadas para justificar acciones militares, como el asesinato del general iraní Qasem Soleimani en 2020. En aquella ocasión, alegó que existía una amenaza “inminente” contra varias embajadas estadounidenses, afirmación que ni el Pentágono pudo confirmar.
Hoy, el patrón se repite: amenazas lanzadas por redes sociales, declaraciones imprecisas en entrevistas y una niebla de incertidumbre que alimenta tanto al complejo militar-industrial como al pánico en los mercados.
¿Bluff diplomático o preparación real?
Fuentes del Departamento de Defensa confirman que se han elaborado escenarios operativos que incluyen bombardeos selectivos, ataques cibernéticos y, en el extremo más preocupante, una campaña aérea de castigo contra objetivos militares y nucleares en Irán. No obstante, ninguna orden ha sido firmada.
Algunos analistas creen que Trump está ejecutando un “bluff” estratégico: una amenaza pública de ataque que, sin llevarse a cabo, obligue a Irán a moderar su accionar regional o detener el supuesto avance en su programa nuclear. Otros, sin embargo, temen que la escalada de incidentes –como el reciente ataque israelí a un taller de centrifugadoras en Isfahán– conduzca a un punto sin retorno.
¿Y si el ataque ocurre esta semana?

Aunque oficialmente “no hay nada confirmado”, la acumulación de piezas en el tablero es inquietante:
- Tres grupos de combate navales estadounidenses se encuentran en alta alerta en el mar Arábigo.
- Israel ha incrementado sus operaciones encubiertas dentro del territorio iraní.
- Las principales embajadas occidentales en la región están reduciendo personal diplomático.
- Y el mercado del petróleo comienza a reflejar nerviosismo: el Brent superó los 96 dólares por barril en operaciones asiáticas esta madrugada.
¿Ironía y mentira táctica?

Trump ha construido su poder sobre la imprevisibilidad. Hoy, esa estrategia podría tener consecuencias desastrosas. Mientras el mundo espera señales claras, la pregunta no es solo si miente, sino cuánto está dispuesto a empujar los límites sin traspasarlos.
Y en medio de esta niebla de guerra, una ironía estratégica se hace evidente: Estados Unidos parece estar aplicando, con precisión quirúrgica, lo que alguna vez aprendió de sus antiguos enemigos. Así como el Imperio Japonés asestó su golpe maestro en Pearl Harbor en 1941, apostando al factor sorpresa para alterar el equilibrio de poder, hoy Washington ensaya un juego de sombras, esperando que el temor a lo inesperado sea su arma más eficaz.
¿Estamos ante un ataque inminente o ante una jugada más del showman que convirtió la política en espectáculo?
Aparentemente ya no existe la sorpresa estratégica, sólo va quedando la mentira táctica.
La historia puede estar por escribirse… con bombas o con tuits. Con tinta o con sangre…
MANUEL DURÁN
SANTIAGO DE CHILE, 21 DE JUNIO DE 2025, HORA LOCAL 18.57