Submarinos del Futuro o Reliquias del Presente? El dilema AUKUS en la era de la detección cuántica
Antes de que el primer plano técnico del submarino AUKUS estuviera terminado, ya había quedado obsoleto.

Así de rápido avanza la tecnología. Mientras Australia proyecta gastar cientos de miles de millones en submarinos que no verán el agua hasta 2040, China ya prueba sensores cuánticos montados en drones capaces de detectar hasta el más leve cambio en el campo magnético terrestre. Esos cambios, como los provocados por un coloso metálico desplazándose en el océano, podrían dejar sin escondite a los submarinos australianos antes siquiera de estar construidos.
La historia es cíclica. En 1943, el almirante Karl Doenitz, jefe de la flota submarina alemana, le confesaba a Hitler que la guerra submarina había llegado a su fin. Las nuevas tecnologías aliadas de detección lo habían cambiado todo. El punto de inflexión: avances técnicos, inteligencia, nuevas tácticas. ¿Está Australia repitiendo el error, ochenta años después?
Drones vs. Monstruos del Mar

En Ucrania, drones baratos han dejado en ridículo a tanques millonarios. ¿Qué futuro tienen entonces submarinos de 10.000 toneladas, tres veces más grandes que los actuales, que podrían convertirse en objetivos flotantes antes de su botadura?
El Virginia Class que Australia espera recibir a principios de 2030 ya podría estar “visible” para los ojos invisibles de la nueva vigilancia china. Ni hablar del aún más gigantesco SSN-AUKUS británico, previsto para 2040. Para entonces, los sensores cuánticos podrían estar integrados en enjambres de drones, satélites o incluso boyas autónomas con alcance kilométrico.
Y si eso no basta, el reactor nuclear de estos submarinos deja una firma térmica que puede ser detectada… desde el espacio.
¿Para qué, exactamente?
Los submarinos que Australia comprará no portarán ojivas nucleares. Es decir, no sirven como disuasión final. No aseguran represalia en caso de ataque. Entonces, ¿por qué construirlos? ¿Por soberanía? ¿Por defensa? ¿O por sumisión estratégica a Washington?
Mientras tanto, el puerto de HMAS Stirling, en la costa occidental, se prepara para albergar submarinos estadounidenses y británicos desde 2027. ¿Resultado? Un blanco más para China en una guerra que quizás ni siquiera comencemos nosotros.
La Gran Muralla Submarina

China, por su parte, no espera. Ha iniciado la construcción de una red de sensores submarinos en el Mar de China Meridional: boyas, sonares pasivos, drones autónomos, bases en islas artificiales. La llaman la «Gran Muralla Submarina». Algunos sensores en aguas cercanas a Guam ya pueden escuchar movimientos a más de 1.000 kilómetros de distancia.
La capacidad de vigilancia marina se transforma rápidamente en un campo tecnológico de punta. Y en este juego, Australia corre con quince años de desventaja.
Final: El riesgo de construir el pasado
Tal vez el mayor riesgo no sea el costo ni el tiempo. Es la apuesta ciega por una tecnología que podría ser irrelevante cuando entre en servicio. Como si en plena era de los drones, alguien apostara todo a fabricar dirigibles gigantes.
Quizás lo que las marinas del mundo necesita no sean submarinos del siglo XX, sino una estrategia del siglo XXI. Porque en el fondo del océano, el silencio ya no es garantía de invisibilidad.
SANTIAGO DE CHILE 20-06-2025
