En las últimas décadas, las Fuerzas Armadas de Chile han asumido nuevas funciones, misiones y exigencias en un entorno cada vez más complejo: control fronterizo, apoyo en catástrofes, proyección antártica, participación en operaciones internacionales y, recientemente, despliegues en estados de excepción constitucional. Sin embargo, esta expansión operativa ha ocurrido sin una transformación estructural equivalente en su financiamiento, capacidades ni planificación estratégica.
El resultado es una institución atrapada entre el deber creciente y el desgaste silencioso. Con un modelo de financiamiento aún en transición, material envejecido, alta concentración del gasto en personal, escasa inversión en tecnología propia y un historial de escándalos financieros, la defensa nacional chilena enfrenta hoy una crisis estructural silenciosa, que pocos abordan en profundidad.
Por eso, a partir de esta semana y con una frecuencia quincenal, publicaremos una serie de reportajes y análisis de fondo dedicados a explorar las grietas, nudos críticos y oportunidades de reforma de las Fuerzas Armadas. Nuestra misión: ofrecer una visión informada, rigurosa y sin complacencias sobre el presente y futuro del sistema de defensa. Sin perjuicio de que en los próximos capítulos se abordarán aspectos específicos y temas puntuales, a continuación publicamos el primer artículo que abordará un enfoque general introductorio:
1. Fin del financiamiento del cobre y transición incompleta
Hasta 2019, las Fuerzas Armadas chilenas se financiaban parcialmente a través de la Ley Reservada del Cobre (1958), que destinaba un 10% de las ventas de Codelco a las ramas castrenses. Esta ley fue reemplazada por un nuevo sistema plurianual de presupuesto con control civil. Sin embargo:
- El nuevo sistema aún no opera plenamente: no se han completado todos los reglamentos y mecanismos que garantizan estabilidad presupuestaria.
- Menores ingresos que antes: los recursos son ahora menos automáticos y más competitivos frente a otras prioridades sociales.
2. Presupuesto de defensa estancado y poco flexible
- Gasto en defensa como porcentaje del PIB ha bajado en términos relativos en comparación a otros países sudamericanos con mayores tensiones (como Brasil, Colombia o Perú).
- Gran parte del presupuesto se va en personal activo y pasivo: más del 80% en algunos casos, dejando poco margen para inversión en capacidades, entrenamiento o mantención de equipos.
- Falta de recursos para mantenimiento: muchos sistemas de armas (aviones, buques, vehículos blindados) están envejecidos o requieren modernización urgente.
3. Dependencia de sistemas antiguos o importados

- Obsolescencia de equipos clave: como los cazas F-5 Tiger III retirados, submarinos que necesitan upgrade, o unidades blindadas de décadas pasadas.
- Alta dependencia tecnológica externa: lo que encarece las mantenciones, limita la autonomía operativa y eleva los costos logísticos.
- Falta de inversión en industria nacional de defensa, pese a capacidades en empresas como FAMAE, ASMAR o ENAER.
- El aterrizaje no detectado previamente, de un piloto civil en una base antártica de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) ha encendido alarmas sobre la obsolescencia tanto del equipamiento de vigilancia como de los protocolos profesionales. Este episodio, que vulnera uno de los territorios estratégicos más sensibles del país, refleja una preocupante falta de capacidades para ejercer control efectivo en entornos remotos. Ya sea por limitaciones tecnológicas, descoordinación interna o negligencia operativa, el incidente pone en cuestión la preparación y actualización del personal y los sistemas destinados a resguardar la soberanía en la Antártica.

4. Desajustes entre planeamiento estratégico y presupuesto
- La Política de Defensa Nacional y la planificación de capacidades de mediano y largo plazo no siempre se ven reflejadas en los presupuestos reales.
- Se han sumado nuevas funciones no tradicionales (control fronterizo, catástrofes, seguridad interior en estados de excepción) sin que vayan acompañadas de recursos equivalentes.
5. Escándalos financieros, robos de armas en recintos militares y narcotráfico: el fracaso de la contrainteligencia preventiva

- Diversos casos de corrupción y mal uso de fondos (como el fraude en el Ejército por más de 3.000 millones de pesos entre 2014 y 2017) han afectado el respaldo político para mayores recursos, sea por preocupaciones legítimas o excusas demagógicas de cara al electorado, imposible saberlo.
- Los recientes robos de armas en recintos militares evidencian una grave falencia en los sistemas de contrainteligencia y seguridad preventiva. La incapacidad para detectar y neutralizar amenazas internas o externas antes de que ocurran estos incidentes refleja no solo deficiencias operativas, sino también un vacío en la cultura de vigilancia y control. La ausencia de mecanismos robustos de prevención y monitoreo facilita que grupos criminales o actores no autorizados accedan a armamento sensible.
- La creciente permeabilidad de sectores dentro del Ejército de Chile frente al narcotráfico, evidenciada en causas judiciales, expone una profunda crisis de confianza y control interno. Esta vulnerabilidad permite que redes criminales se infiltran y operen desde el interior de las fuerzas armadas, facilitando el robo y tráfico de armas destinadas a actividades ilícitas como el narcotráfico. Lo anterior con la complicidad y co-autoría de personal en uniforme, hasta ahora los casos de narcomilitares son la excepción minoritaria en una institución con mística y vocación de servicio pero este tipo de delitos son una señal desmoralizadora.
- La infiltración de grupos narcomilitares y el creciente robo de armas en recintos del Ejército de Chile revelan un fracaso crítico en la contrainteligencia preventiva. Esta situación expone la vulnerabilidad interna de las fuerzas armadas frente a organizaciones criminales, que aprovechan las fallas en vigilancia y control para apropiarse de armamento sensible. Sin una respuesta eficaz y anticipada, se agrava el riesgo para la seguridad nacional y la estabilidad institucional.
7. Cambio del entorno estratégico y desafíos logísticos
- Mayor presencia de potencias extrarregionales en el Pacífico Sur, tensiones en el Atlántico Sur y presión migratoria en el norte.
- La Antártica y el Estrecho de Magallanes están cobrando nueva importancia, lo que exige mayor proyección logística y capacidades navales/polares que requieren recursos.
En resumen:
Las Fuerzas Armadas chilenas durante el año electoral del 2025 enfrentan restricciones presupuestarias, envejecimiento de material, nuevas demandas operativas y desajustes estructurales.
Santiago de Chile 4 de julio de 2025