Controlar el océano sin tripulaciones: nueva doctrina ASW de la Royal Navy

Bastión Atlántico: la Royal Navy busca masa para la guerra antisubmarina

SANTIAGO DE CHILE, DICIEMBRE DEL 25.- El Atlántico Norte siempre ha sido un escenario despiadado para la guerra naval. Una extensión vasta, hostil y oscura, donde los submarinos acechan rutas vitales y donde la vigilancia constante es tan decisiva como difícil. Hoy, ese viejo tablero vuelve a activarse.

El resurgimiento de la actividad submarina rusa ha obligado a la Royal Navy a replantear una pregunta incómoda: ¿cómo controlar un océano inmenso con una flota demasiado pequeña?

La respuesta británica no apunta solo a más tecnología, sino a más masa. Y, paradójicamente, la inspiración no proviene del futuro, sino del pasado.

El retorno de una vieja lógica

Durante los peores años de la Batalla del Atlántico, Gran Bretaña sobrevivió gracias a buques poco glamorosos pero numerosos: las corbetas clase Flower. Eran lentas, incómodas y rudimentarias, pero podían construirse rápido, en grandes cantidades y en astilleros civiles. No eran perfectas; eran suficientes.

Hoy, la Royal Navy intenta recrear ese espíritu bajo una forma distinta: plataformas no tripuladas, baratas, persistentes y desplegadas en masa, capaces de vigilar de manera continua los accesos estratégicos al Atlántico Norte, especialmente la brecha GIUK (Groenlandia–Islandia–Reino Unido).

Ese esfuerzo se materializa en el Proyecto CABOT – Bastion Atlantic.

Una amenaza que no desapareció

Los submarinos rusos ya no son las sombras ruidosas de la Guerra Fría. Son menos, pero mucho mejores. Los SSGN clase Yasen-M, altamente sigilosos y armados con misiles de crucero, y los SSK clase Kilo mejorados, famosos por su silencio, representan un desafío serio para la OTAN.

No solo amenazan convoyes y buques de guerra: también ponen en riesgo cables submarinos, gasoductos e infraestructuras críticas. En un escenario de crisis, bastaría una campaña limitada de interdicción para generar un impacto estratégico en Europa occidental, especialmente en el Reino Unido.

El problema es estructural: no hay suficientes fragatas, submarinos ni patrullas aéreas para cubrir de forma permanente el Atlántico Norte. El desgaste humano, el mantenimiento y el clima extremo hacen el resto.

Bastion Atlantic: sensores antes que barcos

Bastion Atlantic propone una solución distinta: persistencia sin tripulación. Una red escalonada de sensores y efectores, desde el fondo marino hasta el espacio, capaz de detectar, clasificar y seguir contactos submarinos durante semanas o meses sin relevo humano.

La Fase Uno del proyecto, Atlantic Net, externaliza la recopilación y fusión de datos bajo un modelo COCONO (propiedad y operación del contratista, supervisión naval). La Fase Dos marca el punto de inflexión: la Royal Navy tomará el control directo de una flota de sistemas no tripulados plenamente operativos hacia el final de la década.

Los nuevos “Flowers” del siglo XXI

El núcleo del bastión estará compuesto por varios tipos de plataformas:

LUSV – Tipo 92 “Sloop”


Grandes buques de superficie no tripulados que actuarán como nodos de sensores flotantes. Remolcarán sonares de profundidad variable, lanzarán drones más pequeños y operarán en condiciones extremas durante largos periodos. Al igual que las antiguas corbetas, se basarán en diseños comerciales adaptados, construidos rápido y sin las complejidades de la habitabilidad humana.

No serán invulnerables. Podrán ser interferidos, dañados o capturados. Pero su bajo coste y número los convierten en activos de consumo aceptable, algo impensable en buques tripulados.

XLUUV – Tipo 93 “Chariot”


Vehículos submarinos no tripulados de gran tamaño, derivados de los programas CETUS y Herne. Inicialmente portarán sensores, pero con el tiempo podrían desplegar torpedos ligeros. Su autonomía, basada en grandes bancos de baterías, les permitirá patrullar amplias áreas de forma autónoma.

A estos se suman UUV más pequeños y planeadores submarinos, lentos pero persistentes, que actuarán como nodos de transmisión de datos sin necesidad de que las plataformas principales emerjan.

El verdadero desafío: la red

Como ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, el éxito no dependerá solo de los cascos, sino de la integración. Bastion Atlantic exige una red de mando y control capaz de fusionar datos en tiempo real, compartirlos con aliados de la OTAN y operar incluso bajo interferencia electrónica o ataques cibernéticos.

Ese es el talón de Aquiles del proyecto: la tecnología aún no ha demostrado madurez total para operar de forma autónoma en uno de los entornos marítimos más duros del planeta.

Masa antes que perfección

Bastion Atlantic refleja una admisión tácita: las flotas occidentales ya no pueden cubrir el océano solo con plataformas exquisitas, caras y escasas. Como en 1940, la solución pasa por aceptar imperfecciones a cambio de cantidad, persistencia y resiliencia.

Las corbetas clase Flower no ganaron la guerra por ser las mejores, sino porque estaban allí, una y otra vez. La Royal Navy apuesta ahora a que su equivalente digital pueda cumplir la misma función: no dominar el Atlántico, sino negarlo al adversario.

En una guerra submarina que vuelve a crecer en silencio, esa diferencia puede ser decisiva.

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