1. La gravedad de la infracción

Lo ocurrido no es una simple anécdota ni una travesura juvenil. El sobrevuelo y aterrizaje en la Antártica Chilena por parte de un piloto extranjero estadounidense ETHAN GUO, sin autorización representa una violación directa al Código Aeronáutico, al Régimen del Tratado Antártico, y a la soberanía operativa de Chile en una zona geoestratégica y ambientalmente sensible. Esto no es menor: la Antártica es uno de los espacios más regulados del planeta.
Incluso si para el relato la motivación del vuelo era supuestamente «benéfica» (una campaña global contra el cáncer), eso no exime de cumplir con los protocolos internacionales, especialmente en una región donde convergen intereses científicos, ambientales y geopolíticos.
2. Fallas institucionales preocupantes
Este caso evidencia una falla sistémica de control del espacio aéreo por parte de las autoridades nacionales, particularmente de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) y la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Que un piloto menor de 20 años haya logrado violar el espacio aéreo austral chileno y aterrizar en una base antártica sin ser interceptado revela una preocupante laxitud en los sistemas de vigilancia y defensa aérea en una zona crítica para la proyección territorial de Chile.
En un contexto de creciente militarización y disputa velada en torno al continente blanco, la omisión puede ser leída como debilidad o descuido, algo que otros actores estatales —no siempre amistosos— podrían tomar nota. El incidente es un gran motivo para preocuparse como institución.
3. El riesgo de la “narrativa del aventurero”
Desde el punto de vista comunicacional, ya se puede prever una operación mediática que buscará presentar al joven piloto como un héroe idealista, un explorador moderno que solo quiso hacer el bien. Esta narrativa, encantadora para ciertos medios anglosajones, puede terminar poniendo a Chile en el rol de «burocracia hostil».
Por eso es clave que el gobierno chileno, con apoyo técnico y diplomático, comunique con claridad que no se persigue una causa humanitaria, sino una infracción peligrosa y una violación a la ley internacional y nacional.
4. Lecciones urgentes
Chile debe aprender de este episodio y reforzar inmediatamente sus capacidades de control aéreo en el sur del país y la Antártica. No por paranoia, sino por soberanía, seguridad operacional y respeto al derecho internacional. Además, urge una coordinación más fina entre DGAC, FACh, y otras agencias como el INACH, para que nunca más un actor no autorizado aterrice impunemente en uno de los puntos más delicados del territorio nacional.
Conclusión:
Este episodio es más que una curiosidad. Es una alerta roja sobre la fragilidad del control del espacio antártico chileno y el uso desregulado de narrativas benéficas para cruzar fronteras sensibles. Chile no puede dejar pasar este hecho sin consecuencias ni sin reformas inmediatas. No se trata solo de sancionar como corresponde al intruso, sino de defender la institucionalidad, la seguridad y la soberanía nacional. Y además investigar si en el incidente, tanto en su planeación como en su ejecución participaron terceros con intereses ajenos a nuestro país. Sería poco profesional para las instituciones aceptar de buenas a primeras sólo una versión.
Santiago de Chile , 29 de junio de 2025