Donald Trump mantiene en vilo al mundo mientras estudia la posibilidad de autorizar un ataque directo a la instalación de enriquecimiento de uranio de Fordow, uno de los sitios nucleares más protegidos de Irán. Pero el expresidente no está convencido de que siquiera la bomba más poderosa del arsenal convencional estadounidense, la GBU-57 de 13,6 toneladas —conocida como «rompebúnkeres»— pueda cumplir la misión.

Según fuentes familiarizadas con las deliberaciones internas, Trump ha recibido informes contradictorios: mientras algunos mandos le aseguran que la bomba podría destruir la instalación, otros advierten que su profundidad hace de Fordow un blanco casi invulnerable, salvo que se utilice un arma nuclear táctica. Esa opción, aún no descartada del todo, encendería una mecha con implicaciones imprevisibles.
Pero hay mucho más que considerar.
Una guerra abierta con Irán no sería una repetición de las campañas militares rápidas del pasado. Irán, a diferencia de Irak, es una nación más grande, compleja y con una sociedad cohesionada en torno al nacionalismo. Cualquier operación para forzar un cambio de régimen podría desembocar en un conflicto prolongado, con múltiples frentes y consecuencias regionales catastróficas.

El recuerdo de Irak y Siria no está tan lejos. Tras el colapso del régimen de Saddam Hussein, emergió el Estado Islámico y se desató una guerra indirecta infernal que devoró a Siria por más de una década. La posibilidad de que la historia se repita —pero esta vez a una escala mayor— es real.

Además, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) ha advertido que cualquier agresión provocaría el cierre del Estrecho de Ormuz, por donde fluye casi el 20% del petróleo mundial. Un bloqueo elevaría los precios del crudo a niveles históricos, desestabilizando aún más una economía global que ya camina sobre hielo delgado.
Mientras tanto, Trump guarda silencio, analiza, sopesa. ¿Optará por una jugada diplomática que lo devuelva al rol de negociador en jefe? ¿O cederá a los sectores más duros que exigen una demostración de fuerza? La respuesta puede llegar en cuestión de días. O de bombas.
Santiago de Chile 19 de junio 2025