SANTIAGO DE CHILE, NOVIEMBRE DEL 25
La Casa Rosada detonó el fin de semana político. Javier Milei anunció que Alejandra Monteoliva ascenderá a ministra de Seguridad Nacional y que el teniente general Carlos Presti dejará la jefatura del Ejército para convertirse en ministro de Defensa. Es la primera vez desde 1983 que un militar ocupa un cargo ministerial, una decisión que tomó por sorpresa incluso a las altas cúpulas castrenses.
El ascenso de Monteoliva —la figura más cercana a Patricia Bullrich— era un secreto a voces. No así el de Presti. En los pasillos del Edificio Libertador solo se hablaba de dos nombres: Presti y Luciana Carrasco, jefa de Gabinete de Luis Petri. “Sabíamos que era una posibilidad, pero nadie imaginó que se anunciaría un sábado”, admitió un funcionario de Defensa.

El impacto dentro del ámbito militar fue inmediato. “Me sorprendió bastante… sobre todo que llegue a ministro. Varios creíamos que lo nombrarían jefe del Estado Mayor Conjunto”, comentó a Infobae una fuente de alto rango. El movimiento dejará al actual jefe del Estado Mayor Conjunto, Xavier Isaac, camino al retiro, ya que quedaría por encima un oficial de menor antigüedad.
Presti deberá renunciar a su condición militar para asumir como civil. Lo que todavía nadie sabe es qué hará con los actuales jefes de la Armada, Fuerza Aérea y Ejército. “Si decide moverlos, Valverde es el que tiene más chances de quedarse: es joven y tiene carrera por delante”, explica una voz autorizada. También es un enigma el futuro de Carrasco y del equipo que respondía a Petri.

En la Casa Rosada minimizaron las críticas del peronismo. “Sería el colmo que justo ellos nos cuestionen esto”, ironizó un funcionario, mientras otros bromeaban con rebautizar el ministerio como “de Guerra”, “como en la época del Pocho”.
Sin embargo, el gesto político no termina de calar en las bases militares, enfocadas en dos crisis que arden puertas adentro: el deterioro de IOSFA —la obra social de las Fuerzas Armadas— y la caída en picada del poder adquisitivo del personal más profesionalizado. “Cada baja duele más de lo que la gente imagina; son años de capacitación que se pierden”, reconocen oficiales de las tres Fuerzas.
Desde la Casa Rosada ya fijaron prioridades: sostener la alineación estratégica con Estados Unidos. La elección de Presti lleva la firma del asesor presidencial Santiago Caputo. Una pista previa fue su reposteo de una actividad del general con el comandante del Ejército Sur estadounidense. Pero la decisión final la tomaron Javier y Karina Milei, impresionados por la gestión de Presti al frente de los Granaderos a Caballo, una unidad simbólica para la familia presidencial.
En el plano militar, asoma otro debate silencioso: la idea de instalar una base naval conjunta en Tierra del Fuego. Aunque “no hay nada en marcha”, algunos funcionarios admiten que, si Washington financia la iniciativa —estimada en 350 millones de dólares—, el proyecto podría despegar. La ubicación sería clave para apoyar la proyección hacia la Antártida.
Mientras tanto, continúa la expectativa por la llegada de los F-16 a Córdoba y las posibles compras de submarinos y buques franceses. En los cuarteles circula un deseo más urgente: drones de combate, posiblemente de origen turco.


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