LA TERCERA GUERRA MUNDIAL HA COMENZADO

El ataque a Irán marcó el inicio de la Tercera Guerra Mundial porque destruyó el equilibrio estratégico en el corazón del sistema internacional, quebró la legitimidad del orden multilateral, activó respuestas en múltiples frentes y obligó a las grandes potencias a abandonar la ambigüedad para alinearse en bloques en abierta confrontación.

22 de junio: el eco del relámpago

El 22 de junio de 1941, la Alemania nazi cruzó el Rubicón del Este. A las 4:00 de la mañana, sin declaración de guerra formal, la Operación Barbarroja desató el mayor asalto terrestre de la historia moderna. Hitler, tras meses de engaño diplomático y cálculos paranoides sobre el “bolchevismo internacional”, rompía el pacto de no agresión con Stalin y lanzaba tres millones de soldados contra la Unión Soviética. Era el inicio de una guerra de exterminio, y uno de los giros más dramáticos de la Segunda Guerra Mundial.

Ochenta y cuatro años más tarde, otro 22 de junio, a la 2.10 am. hora iraní, las sombras de la historia se proyectaron sobre el presente.

En 2025, también en la madrugada y también mediante engaño, Estados Unidos y sus satélites atacaron las instalaciones nucleares de Irán. A diferencia de la Alemania de 1941, que invadió por tierra, el ataque fue quirúrgico, aéreo y cibernético, diseñado para desactivar –o destruir– los centros neurálgicos del programa atómico iraní. Pero como en 1941, el agresor invocó la defensa preventiva. Y como entonces, el mundo se precipitó por una pendiente cuya profundidad aún nadie puede medir.

Durante semanas, Washington había difundido señales ambiguas: ofrecimientos de diálogo, insinuaciones de distensión, incluso rumores de una cumbre de última hora. Mientras tanto, drones furtivos, satélites espías y comandos especiales ya se encontraban en posición. El relato fue cuidadosamente construido: Irán estaba al borde de fabricar armas nucleares. El régimen era una amenaza existencial para Israel, para Arabia Saudita, para el orden mundial. Había que actuar antes de que fuera demasiado tarde.

Y se actuó. Con precisión. Con arrogancia. Con engaño.

Las consecuencias no tardaron en llegar. Irán, devastado pero no destruido, respondió con los nuevos misiles Khyber contra territorio de Israel, mientras las bases estadounidenses en Irak y Siria se aprestan para recibir los contrataques. Los Hutíes declararon la guerra a Estados Unidos y a los barcos que naveguen por el Mar Rojo. El estrecho de Ormuz comienza a cerrarse cibernética y quizá cinéticamente, a los petroleros occidentales. China pidió contención. Rusia, aún enfrascada en Ucrania, se declaró en estado de alerta estratégica. El mundo, incrédulo, empieza a tomar conciencia de que la línea ha sido cruzada hacia el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

Un día maldito

Muchos lo niegan todavía, como negaban en 1939 que la guerra mundial había comenzado. Pero las piezas ya se mueven en todos los tableros. La lógica de alianzas se activa. El lenguaje de los diplomáticos se vuelve súbitamente arcaico, impotente ante la velocidad de los hechos. Y como entonces, los pueblos no votaron esta guerra. Les fue impuesta. Y ahora deberán sobrevivirla.

El 22 de junio ya no es solo una fecha histórica. Es una señal. Un símbolo. Un recordatorio trágico de que el siglo XXI no aprendió lo suficiente del siglo XX. Un día maldito.

Y tal vez, como entonces, no haya vuelta atrás.

MANUEL DURÁN

SANTIAGO DE CHILE 15.59 am. 22 DE JUNIO DE 2025

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